SUCEDIÓ EN UN JARDÍN
En los Jardines Flotantes de Babilonia, una princesa enamorada contemplaba una cascada.Cada día usaba un pañuelo de diferente color. Todos eran transparentes. Anudaba uno a otro y su esperanza era, poder sortear la muralla. La soga se iba armando, nudo tras nudo, bien oculta entre las ramas. Para que las uniones fueran fuertes, las mojaba con el agua cristalina que caía. Y a su enamorado podía vérselo cabalgar por el desierto. La nube de polvo que levantaba escribía en el cielo el nombre de ella. Y así, entre suspiros y letras, el amor crecía día a día.Cuando finalmente el cordel alcanzó el largo esperado, Amytis trepó por él y se arrojó, desde lo alto, al foso.Al cocodrilo distrajo, con tanta tela enganchada, y la corriente engañada, sin saber lo que pasaba, hasta la orilla la trajo.
EN LOS JARDINES DE BABEL
En los Jardines de Babel
Amytis armó un cordel.
Novecientos pañuelos anudó
Y con el agua, mojándolos
las débiles uniones reforzó.
El, perdido en el desierto
Con el polvo que levantaba
Escribía su nombre en el cielo
Cansado de andar sediento.
Amitys salió a su encuentro
Decidida, tenaz y engalanada,
Atrás quedó la muralla,
Y así comenzó otro cuento.
FIN